«El Círculo de la Muerte» era el título de la peli, que incluía la caja, cuando los Reyes me trajeron un «CinExin». Un corto en blanco y negro del ataque sioux a una caravana del «Oeste». Al final llegaba el Séptimo de Caballería, como siempre. Medio a oscuras lo manejabas todo: poner la cinta, enfocar y, lo más emocionante, darle a esa manivela roja que proyectaba las imágenes. Hacia adelante y marcha atrás, rápido o lento. Si las películas se rompían había que pegarlas con acetona. Mi abuela Mercedes y mi tía Carmen me las compraban de Walt Disney y en color. Eran muy divertidas. Pero siempre me gustaron más las que me traía mi padre, en blanco y negro, la mayoría del «Oeste». Quizá porque te hacían sentir un poco más mayor. Hubiese sido la bomba un «CinExin» con Bela Lugosi y Boris Karloff, con trocitos de Drácula, de Frankenstein, de La Momia… Aunque eso llegaría después. Fue mi juguete favorito durante largo tiempo y mi padre me acompañaba muchas veces a verlo. Acertaste de lleno, papá. ¿Qué puedo decir? Eternamente agradecido.